Capítulo 85: la cacería en el rio

El agua estaba helada, pero me aferraba a ella como si pudiera limpiar mi alma. Cada madrugada volvía al mismo lugar, ese recodo del río donde el bosque parecía guardar silencio para escuchar mis rezos.

Me arrodillé en la orilla, con las manos sumergidas, y cerré los ojos.

—Señor… —susurré, aunqu...

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