Capítulo 106

Me acomodé en mi silla, quitándome los tacones bajo el escritorio. Mis pies me lo agradecieron de inmediato —aunque los zapatos eran preciosos, no estaban hechos para correr por los sets de filmación toda la mañana.

El familiar zumbido de mi computadora encendiéndose llenó la oficina. Tamborileé lo...

Inicia sesión y continúa leyendo