Capítulo 187

Su mano bajó sobre mi pecho, no fue exactamente una bofetada, pero lo suficientemente firme como para enviar una descarga de placer-dolor a través de mí. Me arqueé hacia él, queriendo más.

—Te gusta rudo, ¿verdad? —preguntó, sus caderas nunca desacelerando su ritmo implacable—. ¿Te gusta que te tra...

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