CAPÍTULO 31

—No te preocupes.

—Estábamos teniendo una noche tan buena. No quería arruinar el ambiente.

Se puso de rodillas y se inclinó hacia adelante. Debió resbalarse o algo, porque cayó de cara al agua. Su mano rozó mi erección.

Su cara casi chocó con mi pene. Gemí. Por un segundo, olvidé completamente qu...

Inicia sesión y continúa leyendo