Capítulo 1
Estaba en mi estudio de arte pintando a un hombre completamente desnudo y atado a la pared. Tenía ojos grises y cabello castaño, y su tez era clara. Junto a él había una mujer con un látigo vestida completamente de cuero. Era la imagen de un sueño erótico mío donde el hombre me daba sexo duro y yo gemía cada vez que me penetraba.
Soy artista plástica y me iba súper bien, tenía exposiciones en varios centros culturales de la ciudad de Estambul. Mi familia vivía en Esmirna y de vez en cuando iba a visitarlos porque era hija única, acababa de cumplir 37 años el 7 de junio y estaba soltera, ya que no había encontrado a la persona especial que me entendiera completamente. Necesitaba a alguien que comprendiera mi parte dominante en todos los aspectos y estaba segura de que tarde o temprano lo encontraría. Mi primer novio fue un fracaso en la cama, ya que no sabía cómo usar su miembro para darme placer y era muy pequeño y delgado, pasó como una estrella fugaz.
Un hombre que no olvidaré es Francisco. Un sábado por la noche, mi mejor amigo Caleb me invitó a una copa de vino en un restaurante de lujo y me presentó a Francisco, quien estudiaba para ser chef y era un gran amante de la fotografía. Sus compañeros lo consideraban un gran profesional. Francisco era un hombre muy atractivo, con ojos color miel, piel blanca y un cuerpo fabuloso, ya que hacía mucho deporte. Esa noche, miré a los ojos de Fran, tuvimos una química muy intensa y, después de varias copas con él y mi amigo Caleb, la noche terminó maravillosamente. Al salir del restaurante, me subí al coche de Francisco y fuimos con él a dejar a Caleb en su apartamento.
Luego, entre besos y coqueteos, Francisco me llevó a un motel de lujo. No sabía qué podía pasar. Todo era incertidumbre y muchos nervios. Estaba súper nerviosa porque mi primera experiencia sexual fue terrible y pésima. Cuando empezó a desvestirse y vi su tamaño, sentí que estaba en el cielo. Comenzó quitándome la camisa, luego la falda y, por suerte, llevaba un conjunto de ropa interior de marca fina. Empezó a quitarme toda la ropa, quedé desnuda frente a él mientras veía cómo se ponía erecto. Me explicó cómo darle sexo oral y esa fue la primera vez que chupé un miembro masculino. Después de chupárselo, Francisco me dijo que me acostara en la cama y abriera las piernas. Se puso un condón y se insertó en mi vagina mientras mordía mis pezones y yo le arañaba la espalda por las olas de placer que me daba. Luego, Fran me hizo ponerme encima de él, comencé a insertar su miembro y grité de placer por la dura penetración que me daba.
Noté el espejo que tenía frente a nosotros en la cama y cómo parecíamos una pintura. Mis ojos eran tan azules como el cielo y yo era muy blanca, tenía curvas bastante pronunciadas y pechos grandes. La verdad es que verme repasando el Kamasutra con Fran me hizo llegar al orgasmo muchas veces y mis piernas se sentían adoloridas después de, durante una hora, una penetración profunda en mi vagina. Luego, fuimos a la ducha, nos besamos apasionadamente. Él era salvaje en la cama y se notaba que era muy dominante y que le gustaba el sexo rudo. Me susurró al oído muchas obscenidades que calentaron todo mi cuerpo. Además, debo admitir que nunca había querido tener sexo anal porque mis amigas decían que dolía y, al ver su miembro tan grande y grueso, solo pensaba en el placer que me iba a dar y, entonces, me entregué, empezó a masajearme y me puso un poco de vaselina para que su miembro entrara más fácilmente en mi ano. Se insertó poco a poco. Al principio dolía, pero a medida que lo hacía, me pellizcaba los pezones y me mordía el lóbulo de la oreja.
No sabía si esto iba a durar solo una noche o qué iba a pasar, o si nos íbamos a ver más a menudo, solo pensaba en disfrutar esa noche al máximo. Nunca me había sentido tan satisfecha a nivel sexual. Por el tipo de sexo que Francisco daba, sabía que tenía mucha experiencia en la cama y que tenía una habilidad para seducirme y el poder de convencerme de hacer cosas impensables. Francisco sabía cómo conquistarte y qué palabras decir para tenerte en la palma de su mano. Me sorprendió mucho que me pidiera mi número de celular después del encuentro. Comenzó a escribirme bastante seguido, nos encontrábamos en su casa o en mi apartamento después del trabajo. Hablábamos de cosas cotidianas y hacíamos varias posiciones del Kamasutra. Debo admitir que teníamos química en la cama y nos entendíamos.
Francisco tenía 45 años y amaba a todos los animales, especialmente a los gatos, y uno de sus pasatiempos favoritos era el surf. Me contó que viajaba por el mundo para encontrar las mejores olas. Mientras tanto, yo había comenzado a hacer los bocetos para mi nueva colección de arte que iba a ser vendida y tenía trabajo como cliente. Él tenía que ponerme a trabajar. También pintaba animales, leones, leopardos y osos panda en su estado natural. Mis pinturas eran hiperrealistas y también abstractas. Tenía una gran mesa con una variedad de colores de pintura y una variedad de pinceles y marcos de todos los tamaños y amaba lo que hacía. En un momento necesité sentarme en el suelo y comencé a pensar que necesitaba conocerme más en un sentido sexual, saber qué me gustaba y qué no. Dejé de pensar en todo eso y me concentré en un pedido que me había hecho un cliente muy importante que ya me había comprado otros cuadros y quería que se los llevara a su empresa.
Comencé a pintar el fondo del cuadro en tonos más fuertes y en el medio había un rinoceronte y otros animales de la selva. Salí un rato para despejarme, comencé a correr y luego fui a mi lugar favorito de comida y pedí una deliciosa ensalada de aguacate, huevo y tomate. Sin esperarlo, sonó el teléfono y era Francisco. Quería verme ese día y le dije que estaba ocupada, que no tenía tiempo, que luego le avisaría qué día podía. Terminé el cuadro a último momento y lo llevé al edificio de mi cliente al día siguiente.
Era un edificio de 30 pisos, lo que se veía desde afuera eran vidrios negros y equipos de última tecnología. Por dentro, los pisos del edificio eran de mármol blanco. Entré y los guardias me preguntaron a qué piso iba, les dije al 30, que era el último apartamento del edificio. Dije que tenía un encargo para el Sr. Khan. Tomaron mi información y me dijeron —Señorita Yamila, puede subir al piso 30, tome el ascensor del lado derecho. Fui y tomé el ascensor, que iba a una velocidad muy rápida y no se detenía en ningún piso. Me presenté a la secretaria y me dijo que en 5 minutos Khan aparecería frente a mí. Me ofreció una copa de vino. Me dijo que ya podía entrar. Entré y me quedé congelada, no era un hombre mayor como pensaba. Era el hombre más guapo que había visto en el planeta. Era alto, robusto, pero con un gran cuerpo. Tenía el cabello rubio, estaba vestido con un traje azul, una corbata morada y zapatos de cuero de una marca fina. Sus ojos eran azules y tenía una sonrisa hipnotizante y labios llenos.
Se notaba claramente que el Sr. Khan iba mucho al gimnasio porque su cuerpo estaba muy trabajado. Se levantó del escritorio, me saludó y se presentó. Me dijo que ya había comprado varios de mis cuadros y me sonrojé cuando me lo dijo. Le pregunté a Khan a qué se dedicaba la empresa para la que trabajaba, y me dijo que era entretenimiento. Le entregué la pintura y me dijo que era exactamente como la quería. Pero algo de mí le llamó la atención. No dejaba de mirarme. Llevaba un vestido morado con escote y parte de mi busto era visible. Era un vestido ventajoso y largo que tenía detalles de flores bordadas. Khan me preguntó si quería ver el edificio y le dije que no podía porque tenía que volver a mi estudio para seguir creando mis obras. Me pidió que le hiciera dos cuadros más, me dijo que su secretaria me llamaría y me avisaría dónde tenía que llevarlos. Luego se despidió, saludé a la secretaria, me subí al ascensor y salí del edificio.
Caminé de regreso a mi estudio y terminé de pintar algunos cuadros abstractos que tenía que entregar a la galería. Seguía preguntándome por qué tenía esa atracción por Khan o si era solo mi imaginación. Además, mi amiga Lisa me llamó para pedirme que fuera a la fiesta de su novio, Kadri. La fiesta era en un barrio privado y le dije que sí. Más tarde, después de media hora, ella me recogió y me subí a su coche, que era un Mercedes-Benz rosa. Lisa era amante de las muñecas Barbie. Su novio era millonario y tenía una casa grande que parecía una mansión. Fuimos con Lisa a la entrada de la casa y había todo tipo de comida y bebidas. Me caía muy bien Kadri, era diseñador, tenía su propia empresa y yo había hecho varios trabajos para él. Pinté murales en los edificios de su empresa. Llevaba mucho tiempo con Lisa y ya estaban comprometidos. Se casaban en septiembre. Sonó mi celular y contesté. Era Francisco que quería verme para decirme algo, pero le dije que no podía y que estaba ocupada con mi amiga Lisa. Quedamos en vernos al día siguiente. Empecé a beber tequila y luego tomé un daiquiri con mis amigas y comenzamos a disfrutar de la fiesta. Todas eran solteras. A la mayoría de las chicas les gustaba tener tríos y divertirse, especialmente a Zoe, que era un alma libre.
En un momento, mis amigas se fueron a bailar con los amigos de Kadri. Abrí la puerta que daba al patio trasero de la casa de Kadri con mi bebida y comencé a hablar con Noah, que era uno de mis mejores amigos, y le conté que estaba confundida sobre Francisco porque había tenido un sexo excelente, pero él era muy egocéntrico y estaba muy ocupado con su trabajo como fotógrafo y tenía muchos proyectos. Sentía que con Francisco no teníamos cosas en común, solo buen sexo y nada más. Noah me confesó que estaba saliendo con una chica rusa desde hacía dos semanas, que aún no habían dormido juntos y me contó que Caleb, nuestro amigo en común, seguía siendo un pirata, realmente disfrutaba de estar soltero, ya que hacía poco había salido del clóset y se había declarado gay. Mientras seguíamos hablando, Noah estaba fumando marihuana y se justificaba por lo que hacía, ya que era escritor de novelas de detectives. No me gustaba la marihuana, nunca la había probado y nunca pensé en probarla. Además, la fiesta seguía, pero ya no tenía ganas de bailar. A todo esto, había llevado un bikini en mi bolso y fui al baño a cambiarme para meterme en la piscina de la casa y relajarme después de tanto trabajo.
La piscina estaba en un espacio cerrado, me metí y comencé a nadar. Necesitaba despejar mi mente y relajarme. Después de un rato, de repente empecé a escuchar gemidos y no pude evitar ir a un lugar para ver quién estaba gimiendo junto a la piscina. Era un amigo de Kadri, cuyo nombre era Karen, y estaba con Zoe. Estaban escondidos, él le metía los dedos en la vagina y ella no dejaba de gemir y decirle que lo hiciera más fuerte. Karen empezó a bajarse el jean, se puso un condón y la penetró, y ella gritó. Verlos me hizo querer intervenir en su sexo en ese momento, salí de la piscina y me acerqué, comencé a besar a Zoe, ella me quitó la parte superior del bikini y empezó a chuparme los pechos mientras Karen seguía penetrándola. Karen empezó a hablarme al oído, me dijo que también me iba a penetrar fuerte y le respondí que sí. Después de que Zoe tuvo un tremendo orgasmo, comencé a morderle los pezones mientras Karen me penetraba con su enorme y duro miembro. Ya estaba mojada. Su miembro entró en mí fácilmente, estaba fascinada, ya que nunca había tenido un trío, pero con ellos no sentía vergüenza ni pena. Karen insertó su miembro y me dio más fuerte, no podía gritar porque seguía mordiendo los pezones de Zoe y moviendo un dedo en el clítoris de Zoe. Nunca pensé que me gustaría dar placer a otra mujer mientras me follaban. Y fue increíble y algo inolvidable lo que pasó con Zoe, una de mis mejores amigas.
Después nos fuimos a duchar y cambiarnos de ropa mientras la fiesta continuaba con música muy alta y empecé a hablar con Zoe un rato para que las cosas no cambiaran entre nosotras. Ella me confesó que había querido tener un trío conmigo desde hace mucho tiempo, pero no sabía cómo decírmelo. Zoe era una chica muy bonita y me dijo que lo haría de nuevo cuando tuviera la oportunidad. Ya estaba bastante cansada, así que pedí un taxi y me fui a mi apartamento a descansar con mis queridos gatos, Lola y Martín, que no dejaban de ronronear y mover la cola por verme después de varias horas. Me bañé de nuevo, necesitaba relajarme y pensar en lo que había hecho después de cumplir una de mis fantasías. Me puse un pijama rosa muy cómodo, dormí sin bragas porque estaba muy mojada después del trío con Zoe y Karen, y me fui a dormir.
Al día siguiente, quedé con Francisco para verlo, quien vino a mi apartamento a hablar. Llegó puntual, tomamos café y comimos una tarta de manzana que había traído de una de mis pastelerías favoritas de la ciudad. Francisco me contó que tenía una oportunidad de trabajar en Francia en un restaurante de los mejores y quería hacer una pasantía en París. Me alegré mucho por él y le deseé lo mejor. Sabía que esto era algo temporal con él, quería despedirme de él una última vez, así que comencé a desvestirlo y a subirme encima de él, pero primero quería poner su pene en mi boca y sentir cómo derramaba todo su semen. Luego me dejó quitarle el jean y sonrió mientras tomaba su pene y lo ponía en mi boca. Francisco empezó a gemir. Me encantaba ver cómo su pene entraba en mi boca y cuando terminó, me tragué el semen.
Luego, comenzó a besarme furiosamente, me tiró en el sofá, me agarró y rompió mis bragas y me insertó su pene. Empecé a gemir porque me gustaba el sexo duro. Me gustaba que me mordiera los pezones y que gritara mi nombre. Sabía que Fran se iba de viaje y no sabía por cuánto tiempo y tampoco me importaba, él era un hombre libre y yo también. Más tarde salimos a comer, nos despedimos y me dijo que me escribiría cuando llegara a Francia.
