Capítulo 49 Eres mía

Karla Duarte

Con mi mano aún entrelazada a la de Ciro, abrí la puerta y me separé un poco de él, dándole el espacio para entrar. La sala estaba en silencio, tenue. Pero él no se movió.

—Yo… no puedo… en tu casa —dijo, clavando su mirada en mí, como si cada palabra pesara.

Me giré para verlo. Le a...

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