Ir al calor

Al acercarse el carruaje, nos recibe una formación de soldados alineados en la estrecha entrada montañosa del pueblo. Gritan y vitorean mientras pasamos; sus rostros pétreos se transforman en sonrisas a nuestro paso.

—¿Me extrañaron, chicos? —grita Kel, lo que provoca una nueva ronda de gritos y ví...

Inicia sesión y continúa leyendo