Capítulo 5 Cautiva tu corazón
—Solo quiero compartir tiempo con mi sobrina, ¿qué hay de malo en eso, mamá?
—Cuidado, Maskyn, le haces daño a Johana. ¿Por qué se me olvidaría que eres mi hijo? Ella es la Nana de Dulce María. ¿O quieres que tu sobrina se quede sin Nana?
—Mamá, ¿es en serio? ¡Johana no es mi tipo! ¿No ves lo fea y monja que es?
—Cuidadito, Maskyn, cómo te refieres a ella. Te digo de una buena vez, no vaya a hacer que te pase como a Charles
—Son cosas muy, pero muy diferentes, madre. Mejor voy, porque Dulce ya está llena de compota—. Maskyn se marcha a la segunda planta, donde debe estar Johana, y si está, está en el sillón leyendo un libro.
—Hey, tú. Dulce María necesita un baño—. Johana se exalta al oír la voz de Maskyn, pero luego retoma la cordura y dice:
—Sí, señor. Nada más, como se volvió mi princesa
Maskyn observa lo que Johana hace con Dulce María.
—¿Te gusta ser niñera?— pregunta él.
—Sí
—No quieres hacer otra cosa o piensas ser niñera toda tu vida?
—Eso ya lo hablé con la señora Emma y Charles
—Me estás evadiendo?— pregunta él algo molesto.
—Señor, simplemente usted ha sido muy grosero conmigo. ¿Por qué tengo yo que ser amable con usted y hablarle de mi vida personal?
—Saliste gata
—No, señor. Realmente, si no fuera porque usted es un Villarreal y mi abuela Rosita lo quiere mucho, créame, que la mandaría al demonio—. Maskyn arquea una ceja en forma de disgusto.
—Después de todo, eres una diabla disfrazada de monja. ¡Qué buen disfraz!—. A Johana se le subió la sangre a la cabeza; siente que tiene ganas de golpearle ese rostro tan perfecto a Maskyn. Pero lo que hace es ignorarlo y sigue limpiando a Dulce María, que habla solita cosas que no se le entienden.
—¿Ahora los ratones se le comieron la lengua?
—No tengo la culpa, señor, de que usted no tenga oficios. Yo sí, y mi trabajo es cuidar de Dulce María y estudiar. Por lo que no tengo tiempo para perderlo con usted—. Maskyn siente que la ira le consume; no le gusta para nada que Johana le hable así.
—Sabes, en algo te doy razón. No hay por qué perder el tiempo con alguien como tú—. Maskyn se acerca a Johana, pero en realidad lo que hace es darle un beso a Dulce María en la frente.
—Adiós, mi princesa—, dice Maskyn, y le da una mirada fría a Johana, pero ella no le da el mínimo interés. Maskyn sale de la habitación y se va a la de él.
—Tonta niñera, ¿quién se cree para hablar así?—. Maskyn mira su teléfono y llama a Fabricio, que en breve contesta.
—¿Niño de oro?
—Imbécil, ¿dónde estás?
—En tu departamento, estaba esperando tu llamada
—Te veo en la guarida
—Ok, ya salgo para allá—. Maskyn se cambia de ropa: un pantalón negro, camisa negra, su reloj de oro, zapatos negros, gafas de lujo y una gorra. Ya listo, se perfuma bastante y sale de su habitación. Cuando baja las escaleras, ve que Johana está sentada en el piso jugando con Dulce María.
Maskyn se acerca a Dulce María y le da un beso, y se marcha hacia el garaje donde están todos los autos. Cuando se decide en qué irse, agarra la moto que su hermano Charles le regaló en sus cumpleaños.
Llega a su lugar de destino.
—Esa sí es una nave de todas las motos que tienes; esa es mi favorita—, dice Fabricio.
—Sólo yo la tengo aquí en Nueva York; es difícil. No sé cómo el imbécil de Charles lo logró, pero me dio un gran regalo
—Vamos, quiero mostrarte algo que te va a gustar—. Maskyn y Fabricio se dirigen a la habitación.
—Mira, niño de oro, lo lograste
—No mames, cabrón, no puedo creerlo
—No sé cómo es que te sales con la tuya, parce
—Mi madre dice que la fé mueve montaña
—Tu madre es muy sabia
—Soy afortunado de tenerla
—Y de tener familia—. Maskyn yo hubiera querido tener una familia.
—Yo soy tu hermano...
—Gracias, Maskyn. No sé qué sería mi vida sin ti
—No te pongas gay. Suficiente tengo con Fabián y el flaco
—Los amigos de tu cuñada, jaja.
—Sí, ese maricón siempre me mira y me toca el trasero—. Jajajaja.
—No te rías. Más bien, vamos a poner a funcionar este bebé.Conectar con las dos pantallas pprincipale
—Voy—. Fabricio inmediatamente conectó.
—Ok, pasa el cable verde con el negro. Únelos—, ordena Maskyn. Fabricio obedece.
—¿Dónde está la USB?—, pregunta Maskyn.
—En el cajón con llave—. Maskyn busca la USB y la conecta con su laptop.
—A ver, mi querida fiera, pórtate bien y funciona—, dice Maskyn hablando solo. Fabricio solo espera a que todo salga bien.
—10 minutos de espera—, dice Maskyn. Tanto Maskyn como Fabricio miran hacia la gran pantalla, esperan el tiempo y poco a poco va apareciendo todo.
—¡Wooo, amigo!—, exclama Fabricio, que no sale de su asombro.
—Sigue así, fiera...—. Poco a poco, todo se fue ubicando en su lugar. Maskyn se pone de pie y le da un abrazo fuerte a Fabricio.
—Parce, eres el mejor. Felicidades—, dice Fabricio, dándole unos leves golpes en la espalda.
—Lo hicimos juntos, parce... Nos vamos a volver ricos, parce
—¿Cuándo vas a dar la cara y decir que tú eres?
—No, deja así. No quiero más fama de la que tengo—. Maskyn y Fabricio observan a todo Nueva York a través de la pantalla. El invento fue perfecto; puede ver todo lo que los demás hacen.
—Esto lo va a querer más de uno—, dijo asombrado Fabricio, mientras mira las pantallas.
—Sí, pero tendrán que pagar una fortuna. Del resto, no—, exclama Maskyn.
—Te admiro, Maskyn. Qué bueno que todo nos salió bien
—Eso se merece una chela en el club mexicano
—Y por qué no. Después de tanto trabajo
—Jajaja, pero esta vez sí debes aceptar las nenas que te voy a dar. Debes disfrutar la vida
—Fabricio deja de esperar que la mujer de tu vida aparezca.
—Hagamos esto mientras esa mujer aparece. Tú debes disfrutar
—Entonces, hagamos un trato. Cuando una mujer cautiva tu corazón, tú debes dejar esta vida—, propone su mejor amigo.









































































































































































