Capítulo 7 Húmeda
Maskyn saca otro cigarro y lo enciende. Fuma mientras la mujer vuelve.
—Aquí está—, dice la mujer.
Maskyn mira a la chica que no es capaz de mirarlo a los ojos.
—¿Esto es una maldita broma?—, dice Maskyn exaltado.
—¿Qué hay de malo en ella, bebé?—, pregunta la mujer.
—¿La estás obligando?
—¡No! Ella ya ha cogido; solo que le entró hace poco y aún es tímida. Igual, eso a la mayoría de los hombres les gusta. Es natural de ella ser así—.
Maskyn se acerca a ella y coloca su mano en el rostro de ella para verla. Pasa un dedo en los labios de ella. Esta chica lo mira intensamente.
—Buen papel. Por un momento, pensé mal
—Pero, bizcochito, no creas que solo dos mil dólares son para las dos. Debes pagarnos por aparte
—Te pagaré bien, pero si haces bien tu trabajo, en la zona VIP tengo un amigo que necesita ayuda
—Si dices que nos pagarás bien, entonces no hay tiempo que perder—.
—Muévete—, dijo Maskyn sin quitarle la mirada de encima a aquella chica.
Maskyn camina hacia la zona VIP. Al entrar, las chicas se acomodan.
—Pero qué guapo es tu amiguito, bizcochito
—Es todo tuyo, pero antes desnúdate junto a tu amiguita. Quiero ver qué tanto pueden hacer—.
La chica asiente. Su cabello largo hasta su cintura, ojos cafés oscuros, piel blanca, estatura baja, con su cuerpo bien trabajado.
Mientras que su amiga es de cabello negro, piel trigueña, estatura baja, ojos color verdes oscuros, y eso llama mucho la atención de Maskyn.
Las mujeres se desnudan, bailan para ellos, se tocan y luego se besan.
—¡Wooo!—, exclama Fabricio.
Maskyn sonríe, pues aquella chica de ojos verdes oscuros lo está tentando.
La rubia abre bien las piernas de su amiga y la masturba. Fabricio está más que prendido y sirve trago para él y para Maskyn.
Era todo una película porno entre dos mujeres. Maskyn hace señas de que la rubia esté con Fabricio y la de ojos verdes oscuros con él.
Fabricio se hace en la esquina del mueble rojo y cierra la cortina azul oscura que hay para más privacidad entre él y la chica.
—¿Cómo te llamas?—, pregunta Maskyn mientras bebe un sorbo de trago.
—Maia...
—Me gusta. Ahora ven a consentir a mi amiguito. Mira cómo lo tienes—, dice Maskyn señalando su hombría.
La chica sonríe inocente. En eso, la rubia tiene razón; la mirada y expresiones de la chica llaman la atención.
La chica hace su trabajo. Maskyn sonríe al oír los quejidos de su amigo. Le alegra que ella esté pasando bien.
Después de que tiempo pasa, Maskyn hace de todo un poco con la chica.
—Buen trabajo—, dice Maskyn.
Dicho esto, Maskyn saca un fajo de dinero y lo coloca en la mesa. La chica de ojos verdes oscuros sonríe.
Mientras Maskyn saca otro cigarro y lo fuma, su amigo corre la cortina a un lado.
—Pensé que nunca ibas a terminar—, dice Maskyn burlón.
—Está rubia está ardiente—, responde Fabricio agitado.
—También te doy esta para que la disfrutes—.
Maskyn se pone de pie y luego mira por la ventana de cristal. Su mirada se posa en una mujer que llama demasiado su atención. Él sonríe.
—Hey, tú. Trata bien a mi amigo. Si ves lo que está en la mesa, te daré el doble. Así que sé una buena puta, y tú también
Las chicas asienten, y él sale. Acomoda su ropa y llega a la zona de licores.
Hay está la mujer, alta, cabello castaño, además de su cuerpazo
—¿Desea tomar algo, señor?—, pregunta el de la barra.
—Un tequila
El de la barra asiente y le sirve el tequila. Mientras observa a la mujer con mucha atención, ve cómo le roba el rejal al hombre sin que él se dé cuenta.
La chica sonríe y luego le dice algo al oído al hombre y se marcha sonriente. Maskyn la sigue.
Ella se sienta sola en una mesa.
—Así es como miras a tu presa
—Y tú eres...
—Maskyn—, responde él maliciosamente con una mirada atractiva.
—¿Se te perdió algo conmigo?—, dijo ella antipáticamente.
—¿Te gusta robar?
—Oye, no debes hacer acusaciones falsas
—¿Entonces eres ladrona?—, baja la voz.
Maskyn se ríe con malicia y bebe el trago de tequila, sintiendo cómo le arde la garganta.
—¿Qué quieres, idiota?
—Huy, bájale a tu tono, o si no, le digo a todos que eres una ladrona. ¿Quién sabe a cuántos le has robado?
—Eres un puto entrometido
—Qué sexi te ves molesta
—¿Quieres sexo? ¿Eso es verdad?
—Mmm, sí y no
—Habla de una puta vez que quieres. No me interesa tu compañía
—Si bailas conmigo esta canción, te dejaré en paz
—No me interesa
Dijo la mujer, se puso de pie para irse, pero Maskyn rápidamente se puso de pie y la tomó de la mano, acercándola hacia él y pegándola a su pecho.
—Baila y te dejo en paz—, ordena Maskyn en tono frío, pero burlón.
Ella no tiene de otra que hacerlo, pero Maskyn está muy pendiente de las manos de esta chica, ya que es experta en robar.
Es una canción bailable, ella mueve sus caderas de manera sensual, haciendo que Maskyn observe sus movimientos. Como ella tiene un vestido tan corto, Maskyn mete su mano en la feminidad, haciendo que ella abra sus ojos par en par.
—¿Qué te pasa?—, dice ella exaltada.
—Te gusta mi toque, ¿no? Ya estás húmeda. Pero te dije algo: si no me regresas mi teléfono, no te devolveré los relojes que te has robado
Ella no sabía qué hacer: una, porque Maskyn la sorprendió; dos, porque la está tocando muy rico; y tres, porque él la tiene presa.
—¿Cuál es tu nombre, ladrona?
—Dakota
—¡No te creo!
—No tengo la culpa de que mis padres hayan elegido ese nombre. Así que si me crees o no, es tu problema
La chica saca el teléfono y se lo devuelve. Se hace a un lado.
—Vamos, y ¿te bajo el calor?
—Púdrete, infeliz
La chica se marcha, y Maskyn detrás de ella no piensa dejarla tan fácilmente.









































































































































































