Capítulo 11

—Lo siento—dijo. Me encogí de hombros, como si no fuera gran cosa. Pero lo era. Una lágrima rodó por mi mejilla y la limpié.

—No tengo palabras para describir lo que te hizo tu compañero. No eres débil, Amie. Sobreviviste al rechazo de tu verdadero compañero, a dejar tu manada y lograste reconstru...

Inicia sesión y continúa leyendo