Capítulo 5 capitulo 5

Dana desciende del avión sintiendo mucho miedo de ver a su madre después de 4 años, sin embargo, avanza hacia la salida del aeropuerto ya que Kristine le informo que un chófer la estaría esperando.

Por una parte, se sintió aliviada de no tener que verla, pero por otro decepcionada por no haberla ido a buscar. Era su madre, debía de darle otro tipo de recibimientos. La joven niega y sigue avanzando hasta que vio su apellido en un cartel que sostenía un hombre en las manos.

Dana suelta el aliento y se dirige hacia donde estaba él.

Algunos minutos de conducción en silencio, Dana visualiza que el chófer introduce el coche en una enorme e impresionante casa. Ella admira aquel lugar con los ojos bien abiertos, en su estómago existía un nudo espantoso que no lograba controlar.

En lo que el coche se detiene la puerta de la casa se abre y por esta sale Kristine, Dana la observa desde el interior del carro sin creer que esa mujer fuese mu madre. No era posible que ella era su mamá.

El chófer abre la puerta y en lo que ella baja nota como su mamá sonríe abiertamente. Se le notaba feliz, más ella no se sentía igual.

—¡Dana! —ensancha la sonrisa mientras que camina hacia ella con aquella ropa fina—. ¡Oh, hija mía! —Kristine termina por abrazarla lo que la hace sentirse incomoda.

—Hola ma…—dice carente de expresión.

—Estas tan hermosa, mira que grande estas. ¡Ya eres toda una mujer!

La halaga mientras se separa un poco para verla de pies a cabeza. Dana no encontraba palabras para decir en ese momento, la verdad es que no tenía mucho que hablar.

—¿Cómo estuvo tu vuelo? ¿Todo en orden?

Dana mira a su madre a la cara, se le notaba que no había pasado trabajo en mucho tiempo. Su maquillaje era perfecto, y la ropa que llevaba puesta era muy fina y elegante. Distaba mucho con la mujer de hace 5 años atrás.

—Todo estuvo bien…—Kristine opaca un poco la sonrisa, sin embargo, miraba a su hija con mucha ternura.

—En ese caso pasemos, te llevaré a la habitación en donde dormirás.

—De acuerdo.

—Quiero que te sientas cómoda en casa, no tendrás problemas aquí. Te lo prometo.

La joven sigue a su madre por unas enormes escaleras, la casa por dentro era impresionante. Demasiado lujosa, nunca creyó que su mamá llegaría tan lejos. Se sentía como un bicho en aquel lugar, es que ni su ropa hacia juego con nada en aquella casa.

Su madre abre una puerta y la hace entrar.

—Esta habitación la mande a preparar para ti, es muy cómoda y fresca. Hasta tienes un balcón—señala el mismo.

—Está muy bonito.

—Me alegra que te guste, tienes un baño propio y aquí hay un cuarto extra para que guardes tu ropa.

La joven mira aquel lugar dándose cuenta de que el closet era del mismo tamaño que su antiguo cuarto.

—No creo que lo utilice mucho.

Kristine observa la pequeña maleta de su hija y cree haber cometido un error, luego vuelve a sonreír sintiendo que el ambiente estaba un poco tenso.

—Puedes tomar una ducha y cambiarte, luego bajas para cenar, ¿te parece? —Dana guarda silencio.

Sin otro remedio asiente no muy convencida.

—Bien, estaré esperándote.

—Gracias.

En lo que se queda sola en la habitación, Dana suelta el aliento contenido. Aquel encuentro fue mucho más incómodo de lo que imagino. Relame sus labios y empieza a merodear aquel cuarto, el baño era enorme y la vista del balcón muy hermosa.

Dana se sienta en la esquina de la cama sintiéndola verdaderamente cómoda, encima de eso era enorme. Mira al frente y piensa que debía buscar un trabajo para mantenerse a sí misma y no depender de su madre.

—Demonios…

[…]

Kristine no dejaba de mirar hacia las escaleras, su hija no bajaba y ya estaba comenzando a impacientarse.

—Kristine, cariño, debes tomar las cosas con calma. Dale tiempo, ella bajara cuando se sienta lista.

—No quiero que se sienta incomoda en la casa —dice con voz preocupada.

—Pronto se adaptará.

En eso escuchan el sonido de una puerta lo que provoca que ellos levanten la mirada, miran hacia las escaleras para verla a ella bajar.

Dana observa a su madre y a su esposo en la mesa y siente un nudo espantoso en el estómago. Muerde la carne interna de su boca, pero continúa avanzando hasta la mesa donde su mamá la esperaba con una sonrisa grande.

—¿Te sientes mejor?

—Estoy un poco cansada.

—Bueno, después de cenar puedes irte a la cama—Dana asiente, pero en ese momento observa al esposo de su madre y Kristine se percata de ello —. ¡Oh, hija! —se pone en pie rápidamente para tenderle la mano a la joven—. Él es Oliver Verchot

Dana nunca había conocido al nuevo esposo de su madre, era la primera vez que se veían las caras y la verdad es que le resultaba extraño. Ella mira al hombre quien la miraba de una forma muy paternal y eso la confunde mucho.

Era un hombre mayor, pero bastante conservado. Y su porte era muy elegante aun cuando solo estaban cenando, se notaba el tipo de clase social a la que pertenecía, incluyendo a su madre.

—Hola mucho gusto de conocerte Dana, tu madre siempre me habla de ti.

—Hola —es todo lo que tiene para decir puesto que ese señor nunca le agrado.

—Bueno, ya tendremos mucho tiempo para hablar y conocernos mejor. Ahora siéntate para que comas algo.

Ella asiente notando que ambos estaban siendo muy amables para con ella, sin embargo, ella no dejaba de pensar en todo lo que tuvo que pasar durante esos 4 años sin su madre.

Por suerte la cena fue algo callada, de vez en cuando Kristine le preguntaba algo y ella respondía a medias. Casi no levantaba la mirada de su plato, le resultaba incomodo cenar con esas dos personas.

Recuerda a su padre y cree que si estuviera vivo estaría muy enojado con ella.

Capítulo anterior
Siguiente capítulo