Capítulo 247

Entonces agarró la delicada tela y la rasgó. El sonido de la seda rasgándose llenó el aire, y yo jadeé.

—¡Eran de edición limitada! ¿Tienes idea de cuánto—¡imbécil!

Su boca se estrelló contra la mía, ahogando mi protesta. Le mordí el labio inferior en represalia, saboreando la sangre. Gimió, y el ...

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