Capítulo veintiséis

Mientras tanto, la luz de la mañana comenzaba a filtrarse a través de las cortinas, pintando la habitación con suaves tonos dorados. Los rayos del sol acariciaban suavemente el rostro de Tessa, despertándola poco a poco. Ella se movió y abrió los ojos lentamente, con una sensación de paz que aún la ...

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