Capítulo treinta y cinco

—¡Lucas! ¡Lucas!— Los ecos de los desesperados llamados de Tessa y Tristan reverberaban por la desolada calle, sus voces tensas por la preocupación y la ansiedad. Escaneaban los alrededores, sus miradas saltando de una esquina sombría a otra, esperando ver un atisbo de su amigo desaparecido. Pero no...

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