Capítulo 5 Atraído por ella
Aquella mañana había terminado algunas obras y estaba subiendo las fotos a Artprint, la red social donde compartía sus creaciones, cuando un artículo captó su atención.
Normalmente, no solía responder a comentarios relacionados con la religión, ya que era de esas personas que respetan a los demás, y su lema era "Vive tu vida y deja que los demás vivan la suya".
Sin embargo, en esta ocasión hubo un comentario que la afectó profundamente y, sin pensarlo dos veces, decidió expresar su opinión.
Para su sorpresa, ese comentario provocó reacciones intensas y, hubo una persona en particular respondió de manera muy grosera, como si su perspectiva fuera la única válida y nadie más pudiera opinar al respecto.
Estaba confundida; aun no entendía cómo era posible que alguien que supuestamente compartía sus ideas hubiera tergiversado lo que había dicho de esa manera tan despectiva.
De repente, un nuevo personaje se unió a la conversación, lo que sorprendió nuevamente a Vivianne: era Santiago, el director de la galería, quien estaba defendiendo su postura y aclarando su punto de vista.
—Gracias, aunque no era necesario, puedo manejarme sola —respondió Vivianne, con un tono un poco áspero, en los comentarios al margen de la noticia.
Una vez más, apareció una ventana de mensaje en el DM.Era Santiago, quien se disculpaba por haberse metido en la conversación.
Tienes un mensaje sin leer.
—Oye, disculpa si te incomodé, es que conozco bien a la persona que malinterpretó lo que dijiste. La verdad es que me sorprendió su reacción; es un buen hombre, en serio, no sé qué pudo haberle pasado.—No te preocupes, es que en ciertos temas soy un poco sensible y más en el de la religión.—Entonces, no hay más que discutir, pienso que te ha interpretado mal. Por cierto, fue un placer saludarte otra vez.—Igualmente, gracias de nuevo, caballero.—Prometo que la próxima vez llevaré mi armadura para proteger a una dama que se lo merece tanto como tú.—Jajajaja, está bien, gracias de todos modos, aunque no será necesario.
Vivianne se quedó un poco sorprendida por esa inesperada aparición. Desde que le había mencionado la idea de colaborar, no había vuelto a decir nada. Tuvo la tentación de mandarle un mensaje preguntando si la propuesta de la galería seguía en pie, pero su timidez natural la detuvo.
«Mejor espero, él dijo que me avisaría si la respuesta era positiva, solo tengo que tener fe y confiar en el proceso», pensó.
Habían transcurrido muchos días desde su última charla y Vivianne, aunque no quería, no podía evitar sonreír al recordar a aquel extraño personaje, aquel caballero sin armaduras, aunque había prometido traerla la próxima vez.
En fin, parecía que no habría una siguiente oportunidad.
Una nueva notificación, apareció en el ordenador.
—Hola artista, espero no incomodar. —Era Santiago de nuevo.
Vivianne, tras haber pasado varias semanas desde su última charla, ya no esperaba más mensajes de ese extraño personaje que aparecía y desaparecía como un espejismo.
Se sintió un poco nerviosa.
¿Finalmente le pediría colaborar en su galería?
Se sentía insegura, no sabía cómo relacionarse con este tipo de personas. Había estado tan desconectada del mundo real que esto representaba un refrescante cambio y no quería engañarse, pues ya había vivido engañada toda la vida: le agradaba que él se hubiera acordado de ella tras tantos días.
—Hola —fue su breve respuesta después de casi diez minutos de duda en si responder o no.—¿Cómo te han ido las vacaciones? —preguntó Santiago.
«Me parece que él seguramente, está intentando iniciar una conversación», pensó ella.
—Este año han sido muy diferentes a los anteriores, quizás un poco más relajadas, pero en general muy bien, ―responde la mujer.—Bueno, así sucede con más de uno. Por cierto, me parece muy bueno el reel que hiciste y que subiste a la plataforma, tienes un español excelente, muy nutrido.—¡Oh, gracias!, Es usted muy amable. ―escribe Vivianne mientras sonríe.
―Pero, ¿eres de aquí o de algún otro país?
― ¡Claro que soy de aquí! ¿De dónde más podría ser?
—No lo sé, ―dice entre risas, y continúa, ―Por cierto, ¿puedes tutearme? Creo que ya ti y yo somos amigos, ¿no?—No hay problema, no me molesto por cosas insignificantes, tranquilo.—¿No te molesta mi error o lo del tuteo?—Con respecto a ambas cosas.
—Debo irme porque estamos organizando una exposición y tengo mucho trabajo ahora, un beso.
Tras el beso, le mandó una imagen de una flor, lo que dejó totalmente perpleja a Vivianne, quien se quedó sin palabras.
—Hasta luego —fue lo único que logró escribir.
Vivianne se encontraba confundida, sin saber cómo interpretar todo lo que había sucedido. No pensaba haber dado indicios que sugirieran algo diferente a su trabajo, pero lo que iba experimentando, le iba gustando.
Al pensarlo, recordaba haber leído un artículo en la revista que acostumbraba a comprar mensualmente, sobre lo aburrido que pueden volverse los matrimonios.
«¿Qué hará que los matrimonios caigan en la rutina? El mío por lo menos, no ha querido salir de ella, y más si Pablo y yo, no hacemos nada por ello. Ese hombre que me escribe, ¿será casado? ¿Cómo será su vida personal siendo alguien tan ocupado y con tantos lujos y dinero?», pensaba Vivianne, tratando de comprender varios puntos.
Era muy curioso que aquel hombre se interesara por ella, por sus creaciones, aun siendo un director de una Galería de Arte, pues debía estar siempre muy ocupado, aunque le hacía sentir bien que él sacara un poco de tiempo, para hablarle o simplemente para saludarla.
Su esposo ya ni la llamaba durante el día, mientras estaba en la oficina, tampoco le enviaba un mensaje para saber de ella, se habían perdido muchas cosas en ese matrimonio, incluso el sexo.
Vivianne había leído que las mujeres que tenían poco sexo, podrían acortar su vida.
¿Acaso Santiago había pensado que ella está en esa posición y la está tratando de persuadir para llevarla a la cama?
Sin duda podría ser eso o simplemente, estar confundida.
No tenía claro cómo resolver la situación, pero intentaría arreglarlo para evitar que pensara cosas raras de ella.
Después de ese momento, habían tenido algunas charlas más, pero todo transcurría de manera habitual.
Él le preguntaba cómo estaba y ella siempre respondía que estaba bien, nunca daba respuestas extendidas. También conversaban sobre política, religión. sus trabajos respectivos, incluso del clima, en ocasiones.
Gradualmente, su amistad fue creciendo y, con el paso del tiempo, él demostraba en sus pláticas que se sentía atraído por ella. Lo insinuaba, aunque Vivianne creía que era simplemente su forma de halagar y que hacía lo mismo con todas las mujeres, pues no creía que un hombre tan importante como ese, pudiera fijarse en ella.
Así transcurrieron cinco meses y, a pesar de que no quería admitirlo ante sí misma, sentía una emoción cada vez que recibía un mensaje de aquel hombre. La actitud de Santiago era tan desconcertante que no pudo evitar compararlo con su esposo.
No lograba recordar la última vez que él se despidió con un beso sincero y con amor, cuándo había tomado su mano al caminar por la avenida o simplemente, cuando había escuchado lo que ella decía; para él, eso parecía no tener ningún tipo de importancia.
Su trabajo y, su éxito, siempre habían sido más importantes que cualquier otra cosa. Él era así, distante y estratégico. Por mucho esfuerzo que Vivianne realizara, siempre había algo que, a su parecer, podía mejorar.
Con el tiempo, ella se acostumbró a sus silencios y sus faltas de atención. Se esforzaba por tener todo en perfecto estado cuando él llegaba; cada aspecto de su vida debía estar en orden y clasificado.
Mientras tenía a sus hijos con ella, el amor que sentía llenaba cualquier vacío, pero ahora que ellos habían crecido y se habían ido, Vivianne se sentía sola y fuera de lugar.
Pasaron varios días antes de que recibiera noticias de Santiago.
Se acercaban las festividades, en ese entonces habría un periodo de mucho movimiento. Tenía que pensar en los regalos que compraría y, sobre todo, en las cenas y comidas familiares y entre amigos, ya que Pablo siempre invitaba a amigos o conocidos que le era útil impresionar para conseguir favores luego.
Él desde siempre, actuaba así, siempre buscando su propio interés, moviéndose por conveniencia.
Vivianne, al reflexionar sobre la cena de Acción de Gracias, se le ocurrió que sería creativo obsequiar algo que ella misma había confeccionado: unos portavasos elaborados con cartones y hojas de revistas. Pensó que serían el obsequio ideal para los invitados. De este modo, también tendría la oportunidad de hacerse notar entre el grupo de amigos de su atorrante esposo. A ella no le llamaba la atención esas celebraciones tan extravagantes.
Para ella, la Navidad representaba momentos familiares, pero su núcleo familiar se había reducido a solo ellos dos y sus hijos, por lo que para Vivianne resultaban parecidas a cualquier domingo normal, sin nada especial, sobre todo desde que los chicos no estaban.
Ese año, ni siquiera tenían certeza de poder celebrar esas fechas en su hogar, junto a sus padres.
