LA MEJOR EXPERIENCIA DE LA HISTORIA

—¿Qué pasa? —preguntó él, intensamente consciente de su pecho a pocos centímetros de su cara y el peso de su cuerpo sobre el suyo.

—Nada —dijo ella en voz baja, como si saliera de un trance. Tomó sus muñecas y las colocó a cada lado de él en la silla—. Mantén tus manos ahí, señor, vas a disfrutar e...

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