Capítulo 247

Mordí la dona lyperiana de la que Nate no podía dejar de hablar durante las últimas horas, el azúcar derritiéndose en mi lengua.

—¿Y? —preguntó Nate con entusiasmo.

Lo miré con una expresión de fastidio, tarareando molesta. Mis mejillas aún estaban llenas y ni siquiera había tragado. —¡Dame un seg...

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