Capítulo 130

Para mi sorpresa interminable, la señora Smith entró con un teléfono en la mano y una profunda mueca en su cara fruncida. Apuesto a que podría llenar las arrugas de su ceño con monedas y se quedarían ahí.

—Su Majestad— dijo, y le entregó el teléfono antes de salir de la habitación con pasos pesados...

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