Capítulo 46

Caminé por el salón de baile, sin ver a nadie más que a Emanuel e Iliana. Su pecho se hinchó cuando tomó una respiración profunda al verme abrirme paso entre la multitud. Sus ojos marrones se volvieron redondos y brillaron como cien diamantes mientras extendía los brazos.

—Hazel, oh, gracias a los ...

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