Derrota

No fui a la escuela la semana siguiente porque estaba esperando, y porque todavía estaba muy enfermo. Y llegó. Mamá entró en mi habitación, abrazándome y tratando de no llorar.

—Tranquilo, cariño. De verdad necesitas estar tranquilo, hay algo que tengo que decirte —Me ayudó a sentarme. Mamá ya esta...

Inicia sesión y continúa leyendo