La guerra se avecina

—¿Estás sorprendida?— Pude sentir su aliento en mi piel. Estaba tan cerca de mí en la cama principal que sabía que si me giraba, mi cara definitivamente tocaría la suya, así que solo sacudí la cabeza ligeramente.

—¿Por qué preguntas?— Estaba realmente sorprendida porque no sabía que María no era or...

Inicia sesión y continúa leyendo