Capítulo 6

Luca pov

Si me preguntas qué es más emocionante que el olor de la sangre para un lobo, es el miedo en los ojos de la presa.

La misma emoción me recorrió cuando vi la expresión en los rostros de Merlin y Lia. Para ellos, no han hecho nada, pero la mera conexión que tienen con Dean es suficiente.

De hecho, me he prometido a mí mismo que quemaría cualquier conexión que hiciera feliz a Dean.

Después de disfrutar la satisfacción que me dio mirar los ojos azules de Lia, me dirigí de vuelta a la casa de Sabrina.

Mi escondite durante los últimos años. Toco la puerta un rato antes de que ella la abra. Está vestida con su atuendo natural de un vestido largo y fluido con un collar de cuentas de coral que le llega por debajo del pecho.

Me miró con furia, mientras yo le devolvía la mirada con una sonrisa. En serio, necesita acostumbrarse al hecho de que ya no me voy a esconder. Maté a un miembro de la realeza, ¿y qué? Uno de ellos también mató a mi compañera. Solo decidí igualar las cosas.

Se hace a un lado para que entre y cierra la puerta de un golpe detrás de ella. Vaya, parece que alguien está enojada.

—Te dije que no visitaras el palacio todavía. ¿Quieres que te maten? —preguntó de inmediato, y me hundí en su suave sofá blanco.

Rodé los ojos. —No fui al palacio. Fui a ver a la compañera de mi primo y a su esposa. ¿Hay algo malo en eso? —pregunté.

Se apresuró hacia mí y me agarró la barbilla, haciéndome mirarla con una sonrisa divertida. Creo que realmente necesita calmarse. Nadie va a hacerme daño, ni el Alfa ni su hijo, cuyo misterio he hecho mi tarea personal.

—¿No te dije que no lastimaras a ese niño? ¿O a su madre? —preguntó, su voz cargada de ira.

Le quité las manos de mi barbilla. —Relájate, Sabrina. No lo hice, y pensé que eras una bruja; ¿no tienes la habilidad de ver lo que todos están haciendo? —pregunté y me levanté, caminando hacia la cocina para hacer café ya que me había prohibido tomar alcohol.

—Sí, pero preferiría gastar mi energía en otra cosa que en tus travesuras —respondió y se acercó a mí.

—En serio, Luca, ¿hiciste algo que los hiciera sospechar de ti? He estado escondiéndote de todos, y solo porque te conté sobre la compañera de tu primo, que tiene un hijo con él, de repente sales corriendo. ¿Sabes lo que pasaría si Dean te encontrara? —preguntó, con preocupación en su voz.

Me burlé, —Nada, Sabrina. No puede hacer nada. Además, Dean, el rey de los cobardes —dije.

—Entonces, ¿cómo te fue? ¿Ella lo confirmó? —preguntó.

—No, no necesitó hacerlo. Sus ojos azules lo dijeron todo —expliqué, recordando lo intensos que eran sus ojos.

Paso mis manos por mi cabello. Necesito quitarme de la mente esos ojos llenos de miedo. Ella es la compañera de Dean y necesita ser castigada.

—Solo le dije que hiciera lo que yo digo y todos serían felices, pero por ahora. Me voy a mi casa —digo y me levanto, pero Sabrina me sigue.

—¿Tu qué? —preguntó con preocupación en su voz.

—Mi casa. Necesito decirle a mi tío favorito que estoy vivo —digo y salgo antes de que pueda decir algo o lanzar alguno de sus hechizos.

Entro en mi coche y conduzco por el territorio un rato, disfrutando de la atención que viene de ser conocido como una mala persona.

Algunos de los miembros de la manada me miran con enojo mientras las chicas se sonrojan cuando les guiño un ojo. Me dirijo directamente al palacio y entro en el salón.

Hace algunos años, era conocido como un renegado, y no valía nada. El único valor que se me atribuía era que mi padre era el hijo del Alfa, lo que me convertía en un príncipe.

Después de la noticia de mi abolición, descubrí las verdaderas intenciones de todos contra mí, así que he venido a enseñarles una lección.

Toco la puerta de mi tío un rato antes de entrar. Está acostado en su cama leyendo un libro; desvía sus ojos del libro hacia mí.

Me mira por un momento, y por un instante mi corazón se detiene. Deja de respirar. ¿Y si todavía me odia? Aunque sabía que merecía su enojo, pensé que me perdonaría. Han pasado muchos años desde que me castigó.

—Luca —me llama con una voz temblorosa. Su voz era suave y afectuosa. Mi corazón se detiene un poco; me ama. Todavía me ama.

—Tío —respondo, aún de pie.

Se mueve para sentarse, lo cual le ayudo a hacer. Alcanza mi rostro con manos temblorosas.

—¡Has vuelto! ¿Dónde has estado? —pregunta. Puedo decir claramente que me extrañó.

—He estado...

Nuestra conversación es interrumpida por Dean, su hijo, y el Alfa. Que reine mucho después de mi muerte.

—¡Padre! ¿Qué hace él aquí? —pregunta con desdén.

Su padre abre la boca para decir algo, pero lo interrumpo.

—Vine a ver a mi tío y a quedarme. He vuelto de mi castigo —digo con una sonrisa irónica.

Él aprieta los puños. —¡Nunca! Nunca podrás vivir aquí —ordena como si esperara que lo respetara.

Trago saliva y camino hacia él, con los brazos cruzados sobre el pecho. Lo miro a los ojos, o más bien, lo miro desde arriba, dado que soy más alto que él.

—No recuerdo haberte pedido permiso, Dean. Estoy aquí para quedarme y no cometas el error de pensar que extraño este lugar. Solo vine aquí para cumplir un deseo, y ese es verte arder —le susurro al oído y me voy.

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