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DAISY

—¿Qué dijiste?— Arqueó una ceja con desdén. El verde de sus ojos tenía un brillo aterrador.

—Te extraño— repetí, mis palabras se rompieron en un sollozo. No había manera de admitirlo de una sola pieza.

—Eso no vale mi tiempo.

—Lo sé, Maestro. Pero... significas mucho para mí, y te extraño ...

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