Capítulo 25: Sus lágrimas

—Estás borracho y no sabes lo que dices.

—No, no lo estoy. Te necesito, eres tan suave —dijo mientras soltaba mis manos y me rodeaba con sus brazos.

—He soñado contigo cada maldita noche, deseando tenerte en mis brazos, susurrarte cosas dulces al oído. Soy un imbécil, sé que soy un imbécil, no tie...

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