28.

—Hola, mi ángel —digo suavemente, tratando de despertarla, y acaricio su mejilla cuando la escucho gruñir.

De camino al hotel, se quedó dormida en el asiento del pasajero, así que la llevé a nuestra habitación en mi regazo, dormida...

Pero no estaba seguro de si despertarla para que se preparara par...

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