60.

—¡Mierda!— maldije, agarrándola del cabello sin el menor cuidado y forzándome contra su cara.

No se apartó, sentí la cabeza de mi polla golpear el techo de su boca, pero se enderezó y la metió más adentro...

Apartó mis manos, y me vi obligado a sostenerme del borde del sillón, dependiendo casi compl...

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