Capítulo 30: Ceder a la tentación

—¿Cómo lo sabrías?—dije, frunciendo el ceño confundida.

Hace un momento estaba locamente enamorada de él. Ahora, quería golpear su cabeza de buey otra vez. ¿Por qué sigue pensando que puede controlar todo? Mis poderes son de la Diosa; no de él.

—Simplemente lo sé—sonrió.

Mis ojos se transformaron...

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