Capítulo 225

Luces tenues, música alta.

Incontables hombres y mujeres bailaban frenéticamente en el club, sus cuerpos cubiertos de sudor.

En una esquina, Adelaide se acurrucaba en los brazos de Sebastián como un gato persa perezoso, emanando una sensual atracción.

Su mano descansaba en el pecho de Sebastián, ...

Inicia sesión y continúa leyendo