Capítulo 345

Sebastián le lanzó a Adelaide una mirada lastimosa, acurrucándose en su cuello y hombro, y luego murmuró juguetonamente —Oye, esposa.

Su voz se alargó, rezumando seducción.

Adelaide respiró hondo, empujándolo suavemente —Está bien, basta de eso. Enfoquémonos en lo que tenemos que hacer.

A regañad...

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