Capítulo 357

Las manos de Adelaide eran tan suaves que Sebastian sentía como si estuviera envuelto en algodón, un cálido cosquilleo en su corazón.

Él sostuvo suavemente su mano, su palma seca calentando la de ella mientras la guiaba rápidamente.

Adelaide se sonrojó, sintiéndose un poco tímida, pero al ver el a...

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