Capítulo 36

Después de colgar el teléfono, Adelaide miró a Sebastián con dificultad.

—Cariño, tú también lo escuchaste, ¡mi buena amiga quiere verme!

¿Buena amiga?

Si no lo hubiera visto con sus propios ojos, podría haberlo creído.

La expresión de Adelaide hace un momento no parecía ser por una amistad prof...

Inicia sesión y continúa leyendo