Capítulo 371

La habitación quedó en silencio, tan quieta que se podía escuchar caer un alfiler.

Sebastián encendió un cigarrillo con casualidad, sus dedos delgados envolviéndolo mientras el humo se arremolinaba alrededor de su apuesto rostro, iluminado por la tenue luz. —Olvídalo, iré a recogerlo de la escuela ...

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