Capítulo 8

Esas personas no eran estúpidas, entendían lo que estaba pasando.

Sus rostros se pusieron pálidos y no se atrevieron a hacer ruido.

Adelaide levantó una ceja hacia Sebastian, quien inmediatamente habló.

—¿Hay algo más que quieras discutir?

—No, tengo algo que hacer, así que me voy por hoy.

—Yo ...

Inicia sesión y continúa leyendo