Capítulo 8 El rechazo.

Si las miradas mataran Erick ya estaría metiendo su cadáver en la cajuela de aquel lujoso automóvil, podía verlo tenso, incluso había dejado de beber de su taza de café.

— ¿Disculpa? — Preguntó, como si hubiese escuchado mal.

— Dije que no, no voy a casarme con usted. — Respondió Anastasia, encogién...

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