Dormitorio para niñas grandes

La cargó y la hizo sentarse en su regazo. Apoyó su barbilla en el puente de su escote y la olfateó como un perro olfatea a su presa.

—Hueles bien por la mañana, cariño, ¿qué perfume usaste? —preguntó.

Los sirvientes trajeron el desayuno y se quedaron al lado de la mesa, inclinándose.

Alice se sin...

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