Estás libre de la maldición

—¡Suelta el brazo de mi esposa! —Enzo siseó, aún fulminando a Shawn con la mirada. Su expresión era tan afilada y mortal que Alice casi se puso pálida.

Había algo extraño en todo lo que Enzo había dicho, pero Alice no podía precisar qué era.

—Por favor, detengan esto. Ya estamos llamando demasiado...

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