Capítulo 63

Observé cómo el jinete desaparecía en el sendero del bosque. Xen apretó mi mano y me miró. Frotó círculos reconfortantes en el dorso de mi mano, sus ojos encontrándose con los míos. Sentí la reticencia no dicha entre nosotros. No necesitaba que me lo dijera. Miré a la Anciana Hilda, absorta en una a...

Inicia sesión y continúa leyendo