Capítulo cuarenta y dos

Capítulo Cuarenta y Dos

Por suerte, Joanna aún no ha llegado. Así que aproveché para ducharme aquí, lo haré lo más rápido posible, no quiero que mi esposa se asuste al verme caminando desnudo por mi oficina —¡pero eso es todo! ¿Qué demonios está haciendo aquí?! Y de hecho entró a la oficina y fue a...

Inicia sesión y continúa leyendo