Cap. 11: ¿Qué hace esta mujer con el vestido de mi hija?

Fabio parpadeó, desconcertado por una fracción de segundo. Nadie. Nunca. Le había respondido así.

Y antes de que pudiera decir nada más, Alma abrió la puerta y salió del despacho con la espalda recta, sin mirar atrás.

Fabio se quedó solo. Inmóvil, y luego sonrió. Era una sonrisa peligrosa.

—Así ...

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