Cap. 121

Florencia no se movió al quedarse a solas con Massimo. Lo miró con el mismo fuego que tenía en la juventud, pero ahora templado por el dolor, la rabia y los años robados.

—¿Por qué nunca me lo dijiste? —disparó de pronto, sin rodeos.

Massimo frunció el ceño, desconcertado.

—¿Decirte qué?

—Que me...

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