Cap. 24: La señorita Alma se fue de la casa.

Alma sintió como si una daga se le clavara en el pecho.

—Pues es preferible ser una cabra salvaje a un amargado Grinch —rebatió frunciendo el ceño—.  Alessia quería jugar, divertirse como cualquier niña de su edad.

—¡No es cualquier niña! —espetó él, alzando la voz.

Anna, incómoda, se llevó a l...

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