Cap. 35: Solo yo tengo derecho a devorarte así.

Alma soltó un pequeño jadeo al sentirlo, y se aferró a su camisa. Sus labios se abrieron bajo los de él, y la lengua de Fabio la invadió con una urgencia hambrienta, con una pasión desbordada que encendía todo a su paso. Su mano descendió por la espalda de Alma hasta la curva de su cadera, atrayéndo...

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