Cap. 37: Serás mía, Alma...

Fabio no se movió de encima de ella, pero bajó la mirada, devorándola con los ojos. Estaba jadeante, excitado, con las pupilas dilatadas como un depredador que al fin tenía a su presa bajo control.

—Serás mía, Alma —ronroneó, con esa voz grave que vibraba como un trueno contenido—. Pero cuando esté...

Inicia sesión y continúa leyendo