Cap. 50: He decidido dejar su casa.

Ivanka los miró con una sonrisa torcida, cruzando el umbral con aire de superioridad. Sus ojos azules se clavaron en Alma con desprecio.

—Vaya, vaya… —espetó, con sarcasmo venenoso—. No sabía que en esta mansión también se contrataban sirvientas con beneficios. ¿Es así como te le metes por los ojos ...

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