Cap. 54: Celos que arden.

A la mañana siguiente, Alma se levantó antes que nadie. Con el cabello recogido en una trenza suelta y una ropa sencilla, entró con paso sigiloso a la cocina, sin querer molestar demasiado. Tomó una canasta con productos de limpieza, unos trapos y un panecillo envuelto en una servilleta.

—Si alguien...

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