Cap. 66: El peligro asecha.

Fabio rió por lo bajo.

—No tienen que pedirme permiso, claro que pueden ir. Pero que las lleve el chofer, ¿de acuerdo? Y puedes tomar dinero del cajón del escritorio de mi despacho.

—No, no quiero eso —replicó Alma enseguida—. Luego me van a culpar de andar hurgando donde no debo.

Fabio entendió ...

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