Cap. 76: Su lugar seguro.

—Llámala —sugirió Alessia con esa lógica sencilla y directa que solo tienen los niños.

—No, no puedo —replicó Alma con una sonrisa triste—. Debe salir muy caro.

Anna, que había entrado justo en ese momento con una bandeja de galletas, soltó una risita escandalizada.

—¡Ay, niña! ¿En qué mundo vive...

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