Veneno

Sentí su presencia antes de que dijera algo. —No viniste a almorzar— dijo, su voz carente de emoción.

—Bueno, no tenía ganas— respondí, mirando hacia otro lado. Mirando las frías paredes de piedra de la habitación. Mi estómago se retorcía de hambre.

—¿En serio? Tampoco desayunaste ni cenaste ayer....

Inicia sesión y continúa leyendo