Llamándolo

Kaleb

El salón de baile en el palacio está lleno de gente, pero tan silencioso que puedo escuchar el eco de mis pasos. No me molesté en bañarme, y mucho menos en cambiarme a algo más apropiado para esta ocasión. Mi camisa está manchada de polvo rojo y marchita por un día pasado bajo el sol, en el r...

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