Capítulo 42 — Mi ancla

Todo lo que veía era oscuridad.

No la oscuridad reconfortante que te hace dormir. No, era aterradora. Fría.

Mientras me tragaba por completo.

Y empiezo a escuchar susurros.

Susurros tenues, como el viento soplando. Luego, lentamente, se hicieron más fuertes, resonando en mi cabeza.

Una voz extr...

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